19 de FEBRERO de 2021
La historia de los orígenes de una de las tecnologías médicas más revolucionarias disponibles en el siglo XXI
Con los años, la terapia de campo electromagnético pulsado (PEMF) se ha convertido en una tecnología de una versatilidad inaudita, que proporciona un amplio abanico de beneficios tanto a los animales como a los humanos.
Actualmente se usa para mejorar la circulación y la condición física, mitigar dolores de escasa consideración, reducir inflamaciones, mejorar la calidad del sueño, tratar migrañas e incluso curar ciertos tipos de fracturas.
Pero ¿cómo y cuándo se desarrolló esta revolucionaria ciencia? ¿Y quién lo hizo?
A continuación viajaremos al pasado para explorar la historia de la tecnología PEMF y su evolución hasta nuestros días.
Y nos remontaremos a tiempos mucho más remotos de lo que se imagina…
Hoy por hoy sabemos que carecen de efectividad, pero los imanes se usaron como dispositivos médicos por más de dos mil años.
Los médicos de la antigüedad recurrían a la terapia magnética con la esperanza de curar todo tipo de males, desde leves dolores de articulaciones hasta problemas digestivos, e incluso combatían con ellos el mal humor.
Aunque no iban desencaminados al intuir la eficacia de los campos magnéticos, su idea aún tardaría un tiempo en tomar forma.
Más de 1,700 años, para ser exactos.
Puede parecer extraño, pero Nikola Tesla fue realmente uno de los pioneros de la electroterapia, es decir, del uso de la electricidad con fines medicinales.
Su descubrimiento de que la corriente eléctrica podía atravesar el cuerpo humano sin dañarlo allanó el camino para la terapia PEMF tal y como la conocemos hoy en día.
De hecho, usó sus famosas bobinas tesla en los primeros experimentos que hizo con la electroterapia.
Tras el descubrimiento de los electrones, en los albores del siglo XX, Einstein formuló la hipótesis de que la electricidad y el magnetismo no son fenómenos completamente separados en la naturaleza. Efectivamente, sus investigaciones señalaron que eran dos caras de la misma moneda.
Sin embargo, a pesar de estas revelaciones, los científicos no investigaron intensamente sobre el uso de los campos magnéticos hasta la década de los 50.
Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos países de todo el mundo comenzaron a destinar recursos a la investigación y el desarrollo del primer dispositivo basado en PEMF.
Las primeras versiones de estos sistemas parecían prototipos rudimentarios de máquinas de tomografía computerizada.
A principios de los años 70, los caballos se convirtieron en los primeros beneficiarios de la terapia PEMF. Veterinarios estadounidenses usaron con éxito esta tecnología emergente para curar fracturas de patas en caballos de carreras.
En 1982, los científicos habían investigado lo suficiente como para escribir el primer libro sobre la terapia PEMF, que se publicó en Bulgaria.
A partir de entonces, los investigadores desarrollaron aplicaciones humanas para curar fracturas pseudoartrósicas, en las que el hueso no logra soldarse correctamente.
Hasta entonces, el tratamiento de las fracturas pseudoartrósicas era invasivo e implicaba la implantación de electrodos a cada lado del punto fracturado. La finalidad de los electrodos era emitir una señal curativa para fusionar los huesos fracturados.
Habría que esperar hasta finales de la década de los 70 para que los Dres. Andrew Bassett y Arthur Pilla crearan un dispositivo PEMF no invasivo que lograra curar una fractura pseudoartrósica. El dispositivo se llamaba «estimulador del crecimiento óseo» (BGS, por sus siglas en inglés), y todavía se usa en la actualidad.
Gracias a las investigaciones del Dr. Bassett, en 1979 la Agencia FDA autorizó el uso de la terapia PEMF para tratar fracturas pseudoartrósicas en los Estados Unidos.
En los 35 años siguientes, la FDA aprobó la terapia PEMF para una gran variedad de usos medicinales, como:
En tan solo 70 años, esta nueva tecnología se convirtió en uno de los avances de mayor calado y alcance en la historia moderna. El poder de la terapia PEMF es realmente increíble, y cada año se descubren más aplicaciones posibles.
¿Quién sabe para qué se usará de aquí a 2030?
El Dr. Bassett, uno de los pioneros del movimiento PEMF, declaró que esta tecnología se convertiría en algo tan importante como la farmacología y la cirugía, o incluso más.
Una afirmación con la que es difícil no estar de acuerdo, en vista de la evolución histórica de la terapia PEMF.
BEMER considera su misión perfeccionar la terapia PEMF y llevarla al futuro, empoderando a la gente de todo el mundo con los extraordinarios beneficios que aporta. BEMER está autorizada para fines de estimulación muscular y brinda un amplio abanico de beneficios variados, como la mejora de:
BEMER aprovecha el poder de esta revolucionaria tecnología para ayudar a sus usuarios a vivir una vida más activa y saludable. Tanto si es un corredor aficionado como un nadador ganador de un oro olímpico, una mejor circulación, una mejor salud y una mejor vida están al alcance de su mano con BEMER.
Únase al movimiento. Su cuerpo se lo agradecerá.
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